(por Ran Lahav, traducido por Jairo Sandoval)

“¡Trabajé tanto para mejorar ser mejor, pero aún soy tan imperfecto! Ayer le grité al vecino, y hoy comí como un cerdo…”

Lo llamo EL PRINCIPIO DE LA CUCARACHA: una pequeña cucaracha en una sopa maravillosa hace a toda la sopa repugnante.

Pero lo opuesto no es verdadero: una cucharada de esa sopa maravillosa en un tazón de cucarachas no hace que el tazón sea atractivo.

Esto significa la asimetría de lo bueno y lo malo: una pequeña mancha de suciedad hace que una camiseta esté sucia, pero una parte limpia en una camiseta no hace que ésta esté limpia. Si dices una mentira una vez al día eres deshonesto, pero decir la verdad una vez al día no te hace honesto. Hacer una broma vulgar una vez a la semana te vuelve vulgar. Una mesa fea hace que todo el salón se vea feo.

Así es como un comentario desagradable de tu amigo puede destruir una amistad larga de mucho tiempo juntos. Así es como uno o dos pequeños errores te pueden volver poco fiable a los ojos de tu jefe, a pesar de meses de buen trabajo.

En suma, una imperfección es suficiente para hacerte malo, pero una perfección no te hace bueno. De este modo es como nuestros patrones psicológicos tienden a trabajar. Pero, ¿deberíamos aceptarlos como un principio que seguir?

Permítanme proponer el principio opuesto —el PRINCIPIO DE LA LLAMA EN LA OSCURIDAD: una pequeña llama de luz en la oscuridad ilumina la habitación entera.

Así, si tu día es aburrido y opaco, entonces un momento precioso puede hacer que tu día entero valga la pena. Un acto de valentía puede volverte un héroe. Y una intuición profunda cada semana puede volverte sabio.

Y eso es lo que la contemplación filosófica hace: te da una llama de luz por unos cuantos minutos.

Tan solo una pequeña llama —la contemplación no te transformará en un Buda, no te volverá iluminado. Somos seres humanos, y ningún slogan popular de “autotransformación” cambiará eso. Somos creaturas psicológicas, gobernados por mecanismos psicológicos y patrones emocionales ciegos. Al final de la sesión, regresarás a tu viejo yo con las mismas y conocidas debilidades —con los mismos miedos, los mismos celos mezquinos, egoísmo, deseos triviales. Serás la misma persona a nivel psicológico —pero no exactamente la misma. Porque ahora serás una persona a nivel psicológico, mas con una pequeña llama en tu corazón. Y esa es una enorme diferencia.